Yo, Marco, soy veneciano. Dejé Venecia en 1999 para trabajar primero en Roma y luego en Milán donde conocí Alessandra. Alessandra nació y vivió en Milán, donde trabajó en una pequeña casa de producción. A Milano comenzó nuestra historia y nació nuestra hija, Anita. Después de haber vivido la realidad de las dos grandes metropolis italianas, decidímos de hacer crecer Anita en Venecia. El estar en Venecia, en esta laguna, más allá de los estimulos culturales que ofrece este lugar único al mundo, da la oportunidad de volver a descubrir el "tiempo" más natural del agua y de la tierra (casi siempre se anda caminando...o en barco) y favorece también el descubrimiento del proprio "tiempo" más personal e intimo. Así por lo menos siempre fue para mí, cada vez que vuelvo en esta ciudad. La zona en la que nos encontramos, un poquito apartada y aún vivida por los venecianos, con sus históricos locales: los “bacari” y sus hosterías, sus silencios y el cigarrelo del dialecto, invita a gozar autenticamente de la dimensión de antigua ciudad de agua que ofrece Venecia. Además, la casa que hemos elijido, luminosa y rodeada por el verde de un ex claustro franciscano favorece el descubrimiento de su misma condición más relajada. En esta casa hemos vuelto a practicar yoga, como hacíamos antes del trabajo y del nacimiento de Anita. Esperamos con sinceridad que los huéspedes que vendrán a encontrarnos, además de apreciar la ciudad en su hermosura y en su história, puedan aprovechar también de esta experiencia un poquito más intima y que lleven consigo el recuerdo a su regreso.
Hasta pronto.
Marco>